Lo primero que pensé cuando vi la portada del nuevo disco de Norah Jones (que ha recibido excelentes críticas que lo catalogan como su mejor trabajo), es que tenía un halo de niña mala pospunk que me sonaba. Y, de repente, lo vi claro. Me recordaba a Debbie Harry o Blondie, como se consagró a posteriori. El look despeinado y rebelde, la tipografía grafitera y el nombre de la cantante que ocupa una gran parte de la imagen.
Pese a la semejanza en la estética del disco, musicalmente no existe tal coincidencia. Little Broken Heart representa un claro cambio de rumbo en su carrera musical, por otro lado necesario para no quedarse estancada. Me alegro de que no haya sucumbido a lo predecible y se haya animado a experimentar con sonidos diferentes a los que nos tenía habituados que incluso esconden un cierto guiño electrónico como es el caso de «Say Goodbye».